sábado, 24 de agosto de 2013
Adicta a él...
El día en que me convertí una adicta, fue el día en que él me miró, me habló y me trató de manera distinta. Pasé a ser algo más para él, como su obsesión, su meta por superar. Todas entregadas a él, como si fuera el hombre perfecto, aunque a mí no me importaba, más que como una persona buena y de buen trato hacia mí. Creí que siempre sería así, el del buen comportamiento y de lo caballero y distinguido que es él.
Luego me fui dando cuenta que ya me trataba de manera especial y que sus manos con las mías, lo llevaban más allá de sólo un contacto, ya existían caricias de minutos, miradas que insinuaban lo que uno menos se imagina, el me deseaba. Susurraba palabras que me hacían sonrojar, luego me hacía sentir un poco incomoda, mi cuerpo estaba provocando sensaciones que jamás había tenido, sentía que hasta mis vellos se erizaban y mi cuerpo más que temblar, él lo hacía vibrar.
No podía creer que él me hiciera sentir como siempre quise estar, nadie había provocado algo así en mí. Aunque no era de la persona que yo me esperaba, el me hizo sentir tan viva, tan querida, tan mujer. Sólo podía imaginar que sus años de experiencia lo podían tener tan intacto y tan invicto, que todas se enloquecían por él. Creo que amo sus años recorridos, que por lo cierto con los míos, sólo soy un bebé recién nacido, que está abriendo sus alas para salir a volar con alguien que ya conoce el trayecto como la palma de sus manos.
Hoy más que convencida lo he decidido y quiero aprender de un viejo sabio, sus labios para mí son mi total delirio, creo que caigo en sus brazos, cuando él osa en tocar los míos. Sólo en estos instantes quiero que me robe todos los besos que él quiera, sentir esa sensación de hacer lo incorrecto es algo que estoy aprendiendo a vivir, lo malo de todo esto es que es comprometido, casado con palabras más claras.
Que por lo cierto no puedo entender que haga esto, fue algo que me descompensó y me frenó en mucho tiempo, queriéndome aclarar, le pregunté y respondió, ¡yo te quiero mucho!, para mí eso no significó nada, y quedé sumida en un mar de dudas, quien sabe que pasa por su cabeza, ahora sólo vivo el día a día, para alguien a quien me domina como jamás alguien lo hizo. Conversamos demasiado y es como mi amigo, me ayuda y hace que yo me preocupe de mí, y a la vez el incursiona en mis pensamientos y en mis lamentos y entra más fácilmente en mi corazón, sus ansías de tocar mis labios me hacían sentir muy feliz, yo no sabía en qué momento él lo haría de nuevo.
A mí, él me tuvo en suspenso, cada vez que realizaba sus locuras, pero yo amaba que él lo hiciera, yo creo que en estos momentos vivo para vivir sus locuras. Mi amor por él es gigante, aunque sé qué él nunca estará conmigo, yo soy feliz. Esto me hace adicta a sus actitudes que me encantan, a sus labios y manos, a sus palabras que me elevan al más allá, a cada parte de su cuerpo que me hace vibrar. Vivo al filo de la navaja, la peor de mis drogas, pero lo quiero y me declaro en un cien por ciento adicta a él.
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