domingo, 7 de agosto de 2011

El amor es ...

Es como la llegada de las estaciones:
  • Primero sentimos como la primavera hace florecer los más bellos prados de amor en nuestro corazón, todo se llena con hermosos colores y disfrutas del aroma de las flores más exóticas que jamás hayas visto.
  • El verano llega y sientes  como tu alma se regocija en cada rayo de sol que sin permiso ingresa por tu ventana y se esconde en tu pelo, haciéndote sentir que sólo veras cielos despejados, alejados de las inclemencias de la vida.
  • Con el otoño, todo empieza a declinar, las flores  que antes veías  frondosamente aferradas al verdor de los árboles han perdido su color y ahora yacen en el suelo y, sin embargo, siguen siendo deslumbrantemente hermosas, por ello se hace tan placentero caminar por senderos tapizados por su  suavidad y alegría.
  • Pero al llegar el invierno, todo se congela,  el verde es reemplazado por el blanco frívolo,  por un hielo que congela cada esquina de tu ser y te empuja  a buscar mil y un formas para intentar darle un poco  de calor a tu espíritu…
Lo mismo pasa con algunas relaciones de pareja:
  • Al inicio, la flor del amor nació.
  • Y el verano la llenó de calor, y le dio emoción a nuestro corazón.
  • Pero llegan los vientos del otoño  y lo que inicia como un espléndido jardín, ahora no es más que un cúmulo de flores muertas por el camino.
  • Y entonces, llega el invierno, llega la indiferencia, la ruptura, la indolencia y con ello nos vemos obligadas a enviar lo que antes nos ilusionaba a un viejo y oscuro desván.
Muchas veces no nos percatamos del paso de estas estaciones… Pero nosotras somos como esas flores de la primavera, que aún después del otoño no pierden su esencia y su belleza. En algún momento pasan los 365 días del año y se inicia un nuevo ciclo, un ciclo en el que lo más probable es que ya no sigamos siendo estaciones, sino que simplemente seremos personas que sabrán combatir los avatares del tiempo, y aunque haya mucho frío en el mundo de afuera, nosotras tendremos un conglomerado de estrellas iluminando nuestro espíritu y una gran reserva de rayos de sol que hará que los días ya no sean grises.
Debemos adueñarnos de los momentos de nuestra existencia y saber que todo lo que nace, ineludiblemente tiene que morir de una forma u otra. No se trata de desarraigarnos de todo lo sentimental, se trata de regalarle un poco de elasticidad a nuestro corazón, así como el planeta con las estaciones, debemos aprender a vivir cada temporada como llegue y cuando llegue, a veces precoz, a veces tardía…
La vida siempre te regalará el privilegio de poder elegir volver a creer, de tu propia decisión depende el no quedarte mirando las flores muertas en el suelo y vivir en una incesante primavera que haga florecer eternamente las mieles del alma.

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